miércoles, 26 de septiembre de 2012

Relato: "Un jardín, un secreto"


Cuando alguna de sus amistades mencionaba lo inapropiada que resultaba la presencia de un gnomo de escayola en un jardín tan maravilloso, Jaime sonreía y gesticulaba admitiendo que quizás no fuera del todo estético, pero que en cualquier caso ahí se quedaba, y enseguida animaba a sus invitados a admirar las plantas acuáticas que con la belleza de una alfombra oriental tapizaban el estanque que refrescaba su pequeño vergel. A poca distancia del agua, bajo la acogedora bóveda de un sauce, había colocado algunas sillas y una recia mesa de madera. Un rincón desde el que acompañar el declive de la tarde charlando y tomando limonada.
Por lo general, a lo largo de esas apacibles veladas nadie volvía a acordarse de la pequeña estatua, aunque en cierta ocasión todo pudo haber acabado. Fue cuando aquel niño, plantado frente a sus padres, afirmó excitado que había visto moverse al gnomo. Afortunadamente, Jaime supo replicarle con rapidez, “¡Toma, pues claro!, ¿quién crees tú que cuida el jardín?”, y ante aquella ocurrencia la risa de los adultos se desató y nadie, bajo el sauce, reparó en la mirada con la que Jaime y el niño sellaron su secreto.

Autor: Augusto Serrano.

H de Ada concierto Sala Circus

Música: 20 de octubre.

Concierto de H de Ada en Sala Circus de Cerdanyola.

La música de H de Ada y la poesía de Neruda, Hernández y Martí i Pol entre otros.
H de Ada presentará las canciones de su disco "Musicoesía" el próximo 20 de octubre a las 23:00 horas en la Sala Circus, c/Parcers 9, Cerdanyola del Vallès

Poema: "Nada dos veces", Wislawa Szymborska. "Apelación al Yeti", 1957.
Música: H de Ada.

Ángel González y la música

En 2005 se publicó "La poesía y sus circunstancias" (Seix Barral), un ensayo literario autobiográfico escrito por Ángel González. En sus páginas, el poeta escribía y reflexionaba tanto sobre su propia obra, como sobre la de escritores tan influyentes como Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado o Gabriel Celaya.
En los párrafos que se transcriben a continuación, Ángel González explica el amor, tristemente no correspondido, que a lo largo de su vida sintió por la música y la compara con la poesía. 
 
"En el principio fue la música, contemporánea de la luz. Cuando el Sumo Hacedor dispuso la batería de focos con los que habría de alumbrar al Universo y dijo “Hágase la luz”, en el mismo instante en que la luz se hizo, la oyó. Según una vieja variante del relato bíblico, declarada herética en tiempos de Prisciliano y anatemizada por los Padres de la Iglesia con tal violencia que nunca más – hasta el día de hoy – se supo de ella, el Creador se sorprendió al escuchar lo que en un primer momento juzgó un ruido atribuible a algún fallo en la mecánica celeste, y temió por su invento. Pero muy pronto, tras un instante de desconcierto que – como todo lo que de Él se trata – pareció durar una eternidad, supo que era la música de las esferas, la melodía que desprendía el cosmos al iniciar el acompasado baile de los astros. Y le gustó; le gustó tanto que, si hemos de creer al falso cronista, subió el volumen de aquella melodía para escucharla mejor mientras proseguía su ingente tarea creativa – ya se sabe que a muchas personas, especialmente a los obreros de la construcción, les gusta trabajar con música.

martes, 25 de septiembre de 2012

Un paseo con Augusto

"Un paseo con Augusto" es una rumba tocada a mi manera y compuesta para mi padre. La banda sonora de los paseos que a veces damos...                                          









 

Compuesta por: Augusto Serrano.

Relato: El hombre que quiso ser Bruce Lee y lo consiguió tras soplarse dos botellas de vodka

Abrió los ojos de fuera con la robótica inmediatez de un autómata. Una penumbra azulada por el color de las paredes de la habitación lo envolvió y se sintió seguro, así que con toda serenidad volvió a estirarse en la cama y trató de abrir los ojos de dentro, aunque lamentablemente ahí estaba todo oscuro y no vio nada. Era inquietante, y también doloroso puesto que una aguda jaqueca se había instalado en su cabeza. Por mucho que se esforzaba no recordaba nada, ni de lo ocurrido la noche anterior ni de cualquier otra cosa. Ni siquiera era capaz de explicarse las razones del sofocante ardor de estómago que sufría, el desquiciado mareo que lo desorientaba y la náusea que con insistencia golpeaba educadamente la puerta de su paladar. Estaba amnésico y, en consecuencia, ignoraba que toda aquella sintomatología era en realidad una tremenda resaca provocada por la ingesta en solitario de dos botellas de vodka.
No recordaba ninguno de los conceptos esenciales que adornan nuestro bello mundo: no sabía lo que era un banco, ignoraba qué cosa era una oficina, desconocía los mecanismos inventados con alegre inconsciencia por el hombre para medir el tiempo, no había rastro en su memoria de números de dni, ni de seguridad social, ni de teléfono; sus liberadas neuronas habían enviado a tomar por culo la hipoteca, la existencia de recibos de agua, luz, gas, el fútbol, el golf, el cine y demás gilipolleces... Había olvidado completamente lo que era ser desgraciado con lo cual no sabía que, en ese momento y allí, yaciendo en una cama que sin saber que era una cama le parecía un estupendo sitio para intentar organizar un plan, no lo era.


La musa que no se acordaba de Pablo Neruda

“Veinte poemas de amor y una canción desesperada” es, sin duda, uno de los libros de poesía más leídos, recomendados, vendidos, compartidos y amados de la historia de la literatura. El texto vio la luz en 1924 y la gran acogida que tuvo, y sigue teniendo en nuestros días, supuso para su autor, un jovencísimo Pablo Neruda que aún no había cumplido los veinte años, el reconocimiento inmediato por parte de los lectores de su talento lírico.
Desde su publicación, estos versos de Neruda han sido adoptados por amantes de todas las épocas y condiciones sociales para expresar sus anhelos y sus melancolías amorosas. Este hecho, me indujo a pensar en su momento en las motivaciones que tendría el poeta cuando acometió la redacción de su famoso poemario. ¿Estaban sus versos dirigidos a alguien en concreto, o las “amadas” que en ellos aparecían eran seres intangibles e inexistentes?
Los estudiosos de la obra del poeta chileno hace tiempo que concluyeron que durante el período de redacción del libro, la atención de Neruda estaba distraída al menos por dos mujeres. Posteriormente, en 1954 el propio poeta lo confirmaría añadiendo que existió una tercera a la que estaba dedicado el poema número diecinueve del libro. Las musas en cuestión fueron las siguientes: Teresa León, Albertina Rosa Azócar y María Parodi.
En este breve artículo me centraré en una de esas mujeres, Albertina, y en uno de los poemas del “Veinte poemas de amor….” escrito por el poeta chileno bajo su inspiración e influencia.
15
"Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mo voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto."

¿Cómo recibió Albertina este poema?