jueves, 18 de octubre de 2012

Algunos momentos divertidos de "Don Quijote de la Mancha" (y II)

Para Carme y X.López.

Una de las características más nobles de don Quijote, es su permanente predisposición a la esperanza. Tras el desastre de los molinos, caballero y escudero pasan la noche en la sierra al raso y al día siguiente, nada más despuntar el alba, se ponen de nuevo en marcha al lento paso de Rocinante y el rucio. Seguramente, durante ese rato, Sancho pensaría en algún momento en lo diferente que era el trabajo de escudero de caballero andante de lo que al respecto podía haber supuesto en la aldea. Por eso, me gusta imaginar la cara que pondría cuando su señor don Quijote, tras haber encontrado un camino polvoriento después de ocho o diez horas peregrinando por tierra de nadie, le dice la mar de ufano y optimista:
“- Aquí podemos, hermano Sancho Panza, meter las manos hasta los codos en esto que llaman aventuras.” Cap.VIII, 1ªparte.

En una de sus disparatadas aventuras, don Quijote acaba liberando de sus cadenas a unos presos que encuentra camino de galeras. Esos mismos galeotes posteriormente acabarían apedreándolo y moliéndolo a palos.
“Viéndose tan malparado don Quijote, dijo a su escudero:
- Siempre, Sancho, lo he oído decir, que el hacer el bien a villanos es echar agua en la mar. Si yo hubiera creído lo que me dijiste, yo hubiera escusado esta pesadumbre; pero ya está hecho: paciencia, y escarmentar para desde aquí en adelante."
Pero el bueno de Sancho Panza a estas alturas ya las ha visto de todos los colores y por eso le responde a su señor:
"- Así escarmentará vuestra merced – respondió Sancho – como yo soy turco. (…)” Cap.XXIII, 1ªparte.
Sancho Panza lleva semanas viendo a su señor acometer las más disparatadas empresas. Lo ha visto batirse contra molinos de viento, luchar contra demonios y rebaños de ovejas, soportar las infames artes de los magos en ventas encantadas, liberar presos y ser apedreado por ellos, y de todo ello, y de muchos otros enredos y desbarajustes, ha sido el escudero no solo ya testigo, sino también víctima colateral o principal. Y en todas las ocasiones ha escuchado como su señor se encomendaba a su amada, la sin par Dulcinea del Toboso, con el rostro arrobado y su verbo más florido. Por eso cuando finalmente don Quijote revela a Sancho la identidad de Dulcinea, la que se oculta tras sus más recónditos pensamientos, la respuesta del escudero no puede ser otra que:
“- ¡Ta, ta! – dijo Sancho-. ¿Que la hija de Lorenzo Corchuelo es la señora Dulcinea del Toboso, llamada por otro nombre Aldonza Lorenzo?
- Ésa es – dijo don Quijote -, y es la que merece ser señora de todo el universo.”
La cara de incredulidad de Sancho se relajaría ante la confirmación de su señor. A fin de cuentas, tiempo hace ya que el escudero "cosió" su suerte a la de don Quijote y, por tanto, ya está acostumbrado a que cada nuevo suceso o revelación supere en extravagancia a sus predecesores. Así que tras asimilar fácilmente la noticia, con toda inocencia responde a su señor:
"- Bien la conozco – dijo Sancho -, y sé decir que tira tan bien una barra como el más forzudo zagal de todo el pueblo."
Y el escudero, como si la estuviera viendo, empieza a animarse y sigue diciendo,
"-¡Vive el Dador, que es moza de chapa, hecha y derecha y de pelo en pecho, y que puede sacar la barba del lodo a cualquier caballero andante o por andar que la tuviere por señora!"
Y ya completamente desbocado, yéndose arriba como quien dice, con admiración entusiasta acaba,
"- ¡Oh hideputa, qué rejo que tiene, y qué voz! Sé decir que se puso un día encima del campanario de la aldea a llamar a unos zagales suyos que andaban en un barbecho de su padre, y, aunque estaban de allí a más de media legua, así la oyeron como si estuvieran al pie de la torre.” Cap.XXV, 1ªparte.
Algunos capítulos más adelante, con motivo de la misiva que en nombre de don Quijote, Sancho le entregará a Dulcinea, volverá a aparecer la franqueza del escudero, presumiblemente enervante para el caballero, al referirse a la dama:
“- Pero no me negarás, Sancho, una cosa: cuando llegaste junto a ella, ¿no sentiste un olor sabeo, una fragancia aromática y un no sé qué de bueno, que yo no acierto a dalle nombre? Digo, ¿un túho o un tufo como si estuvieras en la tienda de algún curioso guantero?
- Lo que sé decir – dijo Sancho – es que sentí un olorcillo algo hombruno, y debía de ser que ella, con el mucho ejercicio, estaba sudada y algo correosa.
- No sería eso – respondió don Quijote -, sino que tú debías de estar romadizo o te debiste de oler a ti mismo, porque yo sé bien a lo que huele aquella rosa entre espinas, aquel lirio del campo, aquel ámbar desleído.
- Todo puede ser – respondió Sancho -, que muchas veces sale de mí aquel olor que entonces me pareció que salía de su merced de la señora Dulcinea; pero no hay de qué maravillarse, que un diablo parece a otro.” Cap.XXXI, 1ªparte.

15 comentarios:

  1. gracias por compartir esto me estoy partiendo de risa

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  2. gracias por compartir esto me estoy partiendo de risa

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  3. En verdad, El Quijote, es un libro delicioso y cada lector aporta un recodo refrescante para los que cada cierto tiempo y lugar acudimos a disfrutarlo.

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  4. Prefiero otros libros, la verdad.

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    1. Sè consecuente con tus dichos, si no te gustas esta obra de arte de la literatura,, no sigas páginas relacionadas con la obra.
      Qué haces comentado este artículo?? …, y de forma clandestina sin dar la cara… que feo.
      Sorry soy sincera.

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  5. Sería bueno que tuviera puntos y apartes para separar más los párrafos

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